lunes, 2 de enero de 2017

Reseña: Castles of Mad King Ludwig

2 comentarios
 
Castles of Mad King Ludwig es un juego de mesa diseñado por Ted Alspach de la empresa Bézier Games. Además, es un juego al que me pasaría horas y horas jugando. Se termina una partida y venga, ¿jugamos otra? A continuación voy a explicar cómo es y por qué me gusta tanto.


Para empezar, este es un juego para de uno a cuatro jugadores, aunque lo mejor es jugar con cuatro. Las partidas duran unos noventa minutos. El juego va de asignar precios a una serie de salas, comprar la que más te interese según tu presupuesto y colocarla sobre el tablero, conectándola con otras habitaciones para obtener el máximo número de puntos. Dicho así, parece una tontería ¿no? ¡Pues no sabes ná! ¡NO SABES NÁ!

Hace unos meses quedé con mis amigos Raúl y Adela, que son aficionados a los juegos de mesa, además de grandes viajeros. Les acompañé a una famosa tienda de juegos porque querían comprarse el Castles of Mad King Ludwig. Yo no entendía por qué querían pagar tanto dinero por un juego (ya os contaré al final), pero cuando destroquelamos todo y nos pusimos a jugar... madre mía. ¡¡¡Madre mía qué vicio!!! Vicio lúdico fuerrrte.

En la siguiente ocasión que nos reunimos, el motivo era ya casi únicamente para jugar a este juego. Lo malo es que para entonces ya se habían comprado otro que también estaba muy bien, pero eso os lo contaré en otra entrada. De momento solo os diré que Raúl nos gana siempre al Castles of Mad King Ludwig, el muy... Y encima de paliza. Y cada vez que terminamos una partida estoy pensando: «Mmm, en la próxima voy a hacer esto y lo otro, porque a este le ha funcionado bien esto...» y ¿jugamos otra? Y así todo el rato.

Pero vayamos por partes. El trasfondo que sirve de excusa para el juego es que representa que eres un arquitecto y te ha contratado un señor muy loco, el rey Ludwig II de Baviera, para que le construyas un castillo muy loco y sin ningún tipo de sentido. Al final de la partida habrás construido el plano de un castillo a base de ir conectando salas y pasillos entre sí y, efectivamente, será muy loco porque la disposición de las salas no la decidirás siguiendo el orden lógico, sino en función de unas sencillas reglas que te dan puntos por poner unas salas de un tipo al lado de otras de otro tipo concreto. De este modo, lo normal es que el castillo te quede sin terminar por muchos lados, con pasillos que no llevan a ninguna parte y un dormitorio al que solo puedes acceder pasando primero por la despensa, por ejemplo. Todo sea por conseguir más puntos que los demás jugadores. Y eso está bien porque el rey Ludwig II de Baviera ya hizo algo parecido con el castillo de Neuschwanstein. Sí, ese tan bonito que está en Baviera, el mismo que se ve en la tapa del juego.

Un castillo loco al final de una partida de Castles of Mad King Ludwig


¿Pero cómo se juega?


Vale, cada jugador empieza con el mismo número de monedas y una sala inicial que es un vestíbulo con tres salidas. Al inicio de cada ronda de juego, un jugador diferente se encarga de robar siete salas de varios mazos de salas diferentes. Estas salas pueden ser de ocho tipos distintos y cada una puede tener varias formas diferentes. Este jugador entonces distribuye las salas en siete espacios, cada uno de los cuales tiene asignado un precio en monedas de muy caro (15000) a muy barato (1000). Acto seguido, el primer jugador de la ronda juega su turno, que consiste en comprar una de estas salas por el precio asignado y ponerla en la mesa conectada con una de las salas que ya tenga. Cada jugador construye su propio castillito loco. Para conectar las salas, hay que poner en contacto una de las salidas de una sala con una salida de otra sala. En lugar de comprar una sala, también puedes conseguir dinero pasando el turno o comprar un pasillo o unas escaleras, cuyo precio siempre es fijo.

La partida ha comenzado y los castillos empiezan a crecer, ¿qué habitación comprarás ahora?

Y ahora viene lo bueno. Ya he comentado que esto es una carrera desquiciada para conseguir más puntos que tus adversarios, y los puntos se consiguen de tres formas. Una: cada sala que pones en la mesa te da un número de puntos según el tipo y lo grande que sea. Dos: hay salas que te dan puntos extra por conectarlas junto a otro tipo de salas. Y tres: los objetivos generales y las cartas de objetivos particulares.

Pero ahí no termina la cosa: cada vez que logras conectar todas las salidas de una sala con otras salas consigues una recompensa. Y estas son vitales para ganar. Lo que nos lleva a...


¿Cómo ganar?


Para conseguir más puntos que los demás jugadores hay que saber conjugar dos factores: comprar las salas que te dan más puntos sin arruinarte y colocar estas salas para conseguir el máximo de puntos. Pero claro, el jugador al que le toca asignar los precios a las salas en esa ronda (el «maestro constructor») se ocupará de poner muy caras las salas que dan más puntos. ¡O de poner más caras las salas que sabe que a ti te interesan más! ¡El muy desgr...!

Este es un punto clave del juego. Quien decide los precios de las salas de una ronda tiene que estar muy atento a los intereses del resto de jugadores. Porque el resto de jugadores le paga el precio de la sala que compren directamente a él. Así, al asignar los precios no solo estás fastidiando a los demás, sino que les estás forzando a darte más dinero a cambio de las salas que les interesan. Si encima tenemos en cuenta que esta es casi la única forma de ganar dinero, comprenderás porque es tan importante hacerlo bien. Si lo haces mal, no ganarás dinero hasta que te vuelva tocar asignar los precios. Y si juegas con tres jugadores más, eso será... ¡al cabo de tres rondas de juego!

Asignar bien los precios de las salas es básico ¡y en esta imagen están fatal! Pon caras las que dan más puntos.

Por suerte, hay otras formas de ganar dinero, aunque son menos ventajosas. Una consiste en no comprar ni construir ese turno, por lo que recibes 5000 monedas. No está mal, pero no es mucho, y además has desperdiciado un turno sin construir nada. Poco recomendable. La otra forma consiste en cerrar las salidas de un jardín, que es uno de los tipos de salas existentes. Eso te da 10000 monedas. El problema es que no siempre te interesa construir jardines...

Y es que hay muchos tipos de habitaciones que pueden ser tan o más interesantes. Así que hay que tomar decisiones difíciles. Ya he comentado que cerrar las salidas de una sala te da una recompensa según el tipo de que se trate. Como he dicho, «cerrar» un jardín, es decir, conectar todas sus salidas con otras salas, te otorga la recompensa de 10000 monedas, lo que está muy bien. ¿Qué recompensas ofrece «cerrar» los otros tipos de sala? Pues vamos a ver:

  • Un taller te recompensa con una carta extra de objetivo particular.
  • Una cocina o despensa te da un turno extra. Es decir, puedes comprar otra sala y conectarla a tu castillito loco. Esto es genial para ganar muchos puntos haciendo combos, aunque hay que tener presupuesto.
  • Un dormitorio te permite decidir dos tipos de salas que saldrán a la venta al inicio de la ronda siguiente.
  • Una sala de entretenimiento te da 5 puntos extra. Nada desdeñable si tenemos en cuenta que aquí gana quien consigue más puntos al final de la partida.
  • Un salón te permite volver a sumar los puntos básicos de la sala, más cualquier punto extra por tener salas concretas al lado. Esto suele dar un montón de puntos si lo haces bien, aunque estas también son las salas más complicadas de cerrar porque suelen tener muchas salidas.
  • Un pasillo, escalera o vestíbulo se recompensa con un pasillo o escalera gratis. Normalmente, cerrar un pasillo es súpercomplicado porque tienen chorrocientas salidas, pero cerrar una escalera es fácil porque solo tienen dos salidas.
  • Finalmente, cerrar una sala subterránea te permite escoger cualquiera de las recompensas anteriores, tú eliges. Esto es la caña, pero las subterráneas solo dan recompensas por cada dos que construyes. Aaah... tiene truco la cosa.

Las habitaciones favoritas suelen ser las amarillas (cocinas o despensas) por tres razones. Son pequeñas, lo que facilita conectarlas en cualquier parte del castillo, como dan pocos puntos, el maestro constructor les suele asignar un precio asequible y, finalmente, cuando las cierras te dan un turno extra para comprar y construir otra sala. Como ya he mencionado, esto último es muy potente para hacer combos, es decir, cadenas de turnos extra. Por ejemplo: tienes dos despensas ya conectadas por el castillo, cada una con una salida abierta. Compras una tercera despensa, la conectas a una de las que ya tenías y, como la has cerrado, tienes turno extra, si hay otra despensa disponible podrías comprarla y conectarla a la otra que tienes, con lo que consigues otro turno extra, y vas sumando puntos ante la atónita (e indignada) mirada de tus adversarios. Mola mucho. Mola mucho cuando lo haces tú, cuando lo hace otro es indignante en extremo.

La partida continúa, y aunque he logrado cerrar dos salones lilas, soy el último en puntuación... ¡Grrrmf!

Esto nos lleva a la segunda clave del juego: saber colocar las habitaciones adecuadas donde te den más puntos. Aunque las salas amarillas sean muy potentes, no hay que subestimar los otros tipos. Para eso ser flexible y adaptarte a las circunstancias es vital como en muchos otros juegos. Si, por ejemplo, otro jugador compra las amarillas antes que tú, no pasa nada, invertir en varios tipos de salas distintas siempre es buena idea. Además, también hay que pensar en cómo encajar las habitaciones. Esto puede ser un poco como el Tetris, así que vale la pena planificar.

Y luego están los objetivos generales y las cartas de objetivos particulares. Cumplir los primeros, diferentes en cada partida, da puntos al final de todo por tener más habitaciones de cierto tipo, forma o tamaño. Por ejemplo, uno de estos objetivos puede ser el de mayor número de habitaciones redondas. Al terminar la partida, el jugador que tenga más habitaciones redondas consigue ocho puntos extra. Los otros son los objetivos particulares. Cada jugador recibe dos en secreto al principio de la partida. Por ejemplo, uno puede ser «+2 puntos por cada habitación cuadrada pequeña que tengas». Estos también se suman al final de la partida y fomenta el interés por comprar varios tipos de habitaciones. Además, hasta el final de la partida nadie está seguro del todo de quién va a ser el ganador.


¿Por qué me gusta?


Aparte de ser tremendamente divertido, la gracia suprema de este juego es que, tanto si ganas como si no, puedes tener una satisfacción. Puede que ahora pienses: «claro, la satisfacción de haber pasado un rato entretenido con tus amigos y blablabla» y sí, eso también, pero además otra. Terminar una partida de Castles of Mad King Ludwig te deja con el plano de un castillo loco ante ti, diferente cada vez, que ofrece una recompensa meramente estética. Y si te van ese tipo de recompensas te enganchas aún más, porque las losetas son muy atractivas a la vista y el juego te entra por los ojos. Por eso a veces pierdes pero te da igual, porque contemplas ese castillito que te ha quedado tan mono, con sus despensitas tan bien conectaditas a la cocina, y todos esos dormitorios perfectamente encajados entre sí... y piensas: «Ay, qué bonico me ha quedado...».

Aunque lo realmente glorioso es ganar, claro. Sobre todo ganar a Raúl. Algún día lo conseguiré.

Por otro lado, pienso que es raro que me guste tanto este juego, porque casi es de esos en los que cada jugador va a la suya. Y esos me gustan menos. Quiero decir que me gustan más los juegos donde hay algo más de interacción entre los jugadores, como la fase de comercio del Colonos de Catán, el comercio bueno del Bohnanza o la traza de estrategias en juegos colaborativos como el Pandemic. O hasta los ataques continuos entre jugadores del Bang! Sin embargo, he dicho «casi» y eso es porque sí hay un poco de interacción. Por ejemplo, cuando sale de un mazo esa sala que te hace falta para cerrar una despensa y hacer el mega-macro-súpercombo ganador de tu vida y entonces la malvada persona que se encarga de asignar los precios te la pone a 15000 monedas. En ese momento te sale un «¡maldito hijo de perra!» que te brota de la garganta sin poderlo evitar, y claro, el otro se ríe en tu cara porque ha conseguido su objetivo, y encima sabe que le vas a dar esos 15000. Es un tipo de interacción diferente, pero también bonito, a su manera.

Otro punto fuerte es que tiene un reglamento sencillo, así que es fácil de explicar y de jugar para todo el mundo. Además, el reglamento está en español aunque hayan mantenido el título en inglés, ya que en España lo comercializa Vivari Edicions. Finalmente, no es un juego de ataques directos ni de engañar al personal, así que tu cónyuge no te hará dormir en el sofá cuando pierda ni se romperán amistades.

Instantánea de una partida terminada. No solo perdí miserablemente con solo 82 puntos, sino que quedé en último lugar. :(


No todo va a ser bueno...


Sin duda, lo peor de este juego es el precio: 60€ la versión inglesa. Por suerte, ahora se vende en español por 45€. Y solo contiene láminas de cartón duro. Bueno, el marcador del «maestro constructor», que representa la silueta de un castillo, es de madera, igual que las fichas de puntuación de los jugadores. Pero vamos, que este tipo de inversión puede doler un poco. Otra pega es que, aunque puede jugarse en solitario, cuando mola de verdad es con tres y sobre todo con cuatro jugadores.

Sin embargo, si tienes una tableta electrónica puedes solventar estos dos problemas. Te descargas la aplicación para iOS o Android y a jugar. Yo pagué los 7€ muy a gusto y juego en casa con cuatro jugadores aunque solo seamos dos personas o incluso yo solo, ya que la máquina controla a los otros jugadores. Además, la versión electrónica incluye una versión de campaña muy entretenida. Claro que no es la misma sensación que con el juego físico, pero como contrapartida también te ahorras todo el montaje previo a la partida y el recuento final de puntos se hace automático.

Así se ve la aplicación de Castles of Mad King Ludwig para iOS (¡cerrar el salón lila bajo el jardín me dio once puntazos!).


Consejos de principante


A continuación voy a enumerar algunos consejos que he ido aprendiendo a raíz de mi limitada experiencia con este juego. El objetivo es darte una ventajilla cuando un amigo te invite a jugar al Castles of Mad King Ludwig por primera vez. Aunque si juegas contra Rául, es posible que no te sirvan de mucho. Él se sabe todo estos y muchos más que no me cuenta. :-)

  • Un ejemplo de combo: cuando ya tengas dos de las tres salidas de la sala inicial conectadas a salas, cierras la tercera salida con una sala amarilla. Eso te da como recompensa un pasillo o escalera gratis. Ahora puedes usar este pasillo o escalera para cerrar la sala amarilla y conseguir un turno extra.
  • Relacionado con el punto anterior: construye alguna escalera en los primeros turnos. Eso te permite empezar a construir salas subterráneas.
  • Cuando ya tengas escaleras: invierte en salas subterráneas. Muchos jugadores no les prestan atención porque solo consigues recompensa por cada dos que construyes. Además, el maestro constructor suele situarlas en los precios bajos porque al principio nadie piensa en construir escaleras. Sin embargo, la mayoría otorgan puntos extra por tener otras salas de cierto tipo, de modo que si te centras en esas, podrás acumular puntos extra. Además, la flexibilidad que ofrece poder escoger cualquier tipo de recompensa va bien para hacerte con 5 puntos extra, un turno extra o esas 10000 monedas tan buenas.
  • Permítanme que insista: las salas amarillas son perfectas para conseguir turnos extra, sobre todo las pequeñas cuadradas con solo dos salidas. Cómpralas y más tarde ciérralas a la mínima que puedas permitirte construir dos salas en el mismo turno. O intenta hacer combos como los comentados anteriormente. Es difícil, pero cuando lo consigues da un gustirrinín inenarrable.
  • No subestimes el poder de las habitaciones naranjas. Conseguir cartas de objetivos extra puede darte muchos puntos al final de la partida y estas salas suelen ser muy fáciles de cerrar.
  • Intenta cerrar por lo menos un salón lila, sobre todo si lo conectas por todos lados con habitaciones que dan puntos por contacto y el total del recuento supera los cinco puntos.
  • Las habitaciones de entretenimiento de tres salidas son fáciles de cerrar y si lo consigues te dan 5 puntos extra. Es una buena idea conectarlas entre sí.
  • Algunas habitaciones grandes tienen varias salidas por lado que cuestan bastante de cerrar con otras habitaciones. En esos casos, puede ir bien usar un pasillo para cerrar varias de golpe. Si tienes varias habitaciones de tamaño medio o pequeño alineadas a la misma altura, es posible que puedas cerrar varias de golpe usando un pasillo.
Aquí hice muchos dormitorios para aprovechar el objetivo secreto y los puntos extra que me daban los subterráneos.

En resumen: es un gran juego con mecánicas bien diseñadas, fácil de aprender y atractivo a la vista. Es perfecto para pasar un buen rato con los amigos o con tu pareja, pero en este último caso mejor si tienes la app.

Para terminar, dos curiosidades. Primero, Béziers Games ha sacado una ampliación del juego original, llamada Secrets, que incorpora 30 habitaciones nuevas, pasadizos secretos y la posibilidad de construir un foso alrededor del castillo. El foso da muchos puntos, pero claro, te limita mucho el espacio en el que construir, así que tienes que hacer un Tetris importante. Segundo, si te fijas, en varias losetas del juego pueden verse otros juegos de Béziers Games, como el Suburbia, desplegados encima de la mesa de una sala.

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Esta entrada está dedicada a Adela y Raúl. ¡A ver si nos vemos pronto!

2 comentarios:

  1. Me parto, justamente el finde pasado jugamos los dos y obviamente perdí, contra Raúl no hay nada que hacer!!! Una reseña completísima!!! A ver cuando quedamos!!! 😀

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    Respuestas
    1. Es que con Raúl, las partidas al Castles no son para ver quién gana, ¡son para ver quien queda más cerca de Raúl en puntos! :-) Me ha hecho ilusión leer tu comentario, espero que nos veamos pronto, Babyboom!

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